Un blog para hablar de plantas. Y para irse por las ramas si fuese menester...

domingo, 24 de febrero de 2013

Año de nieves...

Esperemos que se materialice el popular dicho "Año de nieves, año de bienes", que buena falta nos hace. Tal como presagiaban tanto el frío y el cielo gris plomizo del viernes como nuestros ínclitos augures meteorólogos, el sábado amanecimos con un respetable manto de nieve a la puerta de casa. No pudimos contemplar las aceras vírgenes de pisadas porque, sinceramente, el calorcito de la cama pudo conmigo más que la curiosidad pero aún así, desde las ventanas se podía admirar a media mañana un paisaje tan poco usual como éste


Por muy increíble que parezca, al otro lado del monte no cayó ni una sola gota de agua. Cosas de los microclimas...

Lo bonito de las nevadas es ver lo bien que se lo pasan los enanos haciendo muñecos y guerras de bolas de nieve. Ser víctima de las bolas ya no tiene tanta gracia, como tampoco la tiene salir al balcón a ver la repercusión del asunto en las plantas que con tanto esmero coleccionamos y cuidamos.







Las imágenes, como bonitas, sí, son muy bonitas. Ya veremos si me siguen pareciendo igual de bucólicas en primavera, cuando se haga patente cuales sobreviven y en qué condiciones. Lo más terrible es que se han mojado los Lithops (¡mis pobres Lithops!), que estaban muy resguardados, lo que quiere decir que la nevada se acompañó de una generosa cantidad de viento porque, de lo contrario, habrían permanecido a salvo. La parte positiva es que he conseguido recoger bastante agua de nieve, que es estupenda para regar las orquídeas.

domingo, 17 de febrero de 2013

Presente y por venir

Vamos a justificar el abandono parcial del blog echándole la culpa a la vorágine del día a día, que es una excusa de lo más socorrida. Sin tratar de sacudirme de encima mi parte de responsabilidad sí diré que de un tiempo a esta parte he hecho mía la famosa frase que Quino puso en boca de Mafalda:



Como tengo muy mala conciencia, a pesar del fresquete invernal me he liado la cámara al cuello y en plan valiente he salido al balcón en pijama y zapatillas a fotografiar las flores y capullos más tempraneros de las plantas que viven a la intemperie. Là voilà!

Crassula sp. 

En la cola de "pendientes de id". Me encantan estas florecillas de pétalos desmayados

Crassula ovata

Esta planta veterana fue un regalo de una de las personas a quien más admiro en este mundo.  Ha aguantado mudanzas, descuidos, fracturas y todo tipo de inclemencias como una campeona. En sí no es una planta espectacular pero conserva un cierto carácter de diva caprichosa porque nunca se sabe si florecerá al año siguiente. Este año ha habido suerte y ha dado estas florecillas tan majas.


Echeveria derenbergii

Vino de Gerona hace ya tres años por lo menos. El primer año estuvo a punto de palmarla pero se repuso y despues de muchos dimes y diretes, ahora está preciosa.


Echeveria pulvinata

Creo que es la primera Echeveria que cayó en mis manos y de eso hace ya unos 5 años (¡cómo pasa el tiempo!). No ha crecido prácticamente nada y no todos los inviernos florece. Este año tiene dos cabezas llenas de capullos que espero ver abiertos dentro de no mucho tiempo.


Aloinopsis rubrolineata

Y esta fue otro regalo sorpresa de un amigo del Sur. El año pasado floreció por primera vez y este año repite, cosa que me alegra muchísimo porque es la única Alo que lo hace.


Cerochlamys pachyphylla

Otra fija del invierno. Una planta que, en reposo no llama la atención y que en pleno invierno se cubre de unas preciosas flores de un púrpura intenso. Este año ando un poco despistada y no he conseguido pillarlas abiertas (sólo lo están a primera hora de la mañana, mientras les da el sol de lleno). Espero que me dure muchos años más porque el viverista que me la vendió ya se ha retirado.


Y un poco de cocinillas


Esta semana salió en la conversación lo apetitosos (y carísimos) que son los buñuelos, que es el dulce propio de estas fechas.
Los buñuelos son de esas cosas "sencillitas" que sólo se hacen una vez al año. ¿Por qué?. Pues esa es la pregunta que me hago todos los años hasta que me pongo a prepararlos y, entonces, la respuesta es obvia: la receta parece fácil pero está llena de trucos y artimañas, se tarda un montón de rato, se gasta una cantidad ingente de aceite y duran menos que un caramelo a la puerta de un colegio.
Pues nada, estos son los buñuelos que he hecho esta tarde a petición popular. Espero que estén buenos porque no pienso hacer ni uno sólo más... hasta el año que viene.