Como tengo muy mala conciencia, a pesar del fresquete invernal me he liado la cámara al cuello y en plan valiente he salido al balcón en pijama y zapatillas a fotografiar las flores y capullos más tempraneros de las plantas que viven a la intemperie. Là voilà!
Crassula sp.
En la cola de "pendientes de id". Me encantan estas florecillas de pétalos desmayados
Crassula ovata
Esta planta veterana fue un regalo de una de las personas a quien más admiro en este mundo. Ha aguantado mudanzas, descuidos, fracturas y todo tipo de inclemencias como una campeona. En sí no es una planta espectacular pero conserva un cierto carácter de diva caprichosa porque nunca se sabe si florecerá al año siguiente. Este año ha habido suerte y ha dado estas florecillas tan majas.
Echeveria derenbergii
Vino de Gerona hace ya tres años por lo menos. El primer año estuvo a punto de palmarla pero se repuso y despues de muchos dimes y diretes, ahora está preciosa.
Echeveria pulvinata
Creo que es la primera Echeveria que cayó en mis manos y de eso hace ya unos 5 años (¡cómo pasa el tiempo!). No ha crecido prácticamente nada y no todos los inviernos florece. Este año tiene dos cabezas llenas de capullos que espero ver abiertos dentro de no mucho tiempo.
Aloinopsis rubrolineata
Y esta fue otro regalo sorpresa de un amigo del Sur. El año pasado floreció por primera vez y este año repite, cosa que me alegra muchísimo porque es la única Alo que lo hace.
Cerochlamys pachyphylla
Otra fija del invierno. Una planta que, en reposo no llama la atención y que en pleno invierno se cubre de unas preciosas flores de un púrpura intenso. Este año ando un poco despistada y no he conseguido pillarlas abiertas (sólo lo están a primera hora de la mañana, mientras les da el sol de lleno). Espero que me dure muchos años más porque el viverista que me la vendió ya se ha retirado.
Y un poco de cocinillas
Esta semana salió en la conversación lo apetitosos (y carísimos) que son los buñuelos, que es el dulce propio de estas fechas.
Los buñuelos son de esas cosas "sencillitas" que sólo se hacen una vez al año. ¿Por qué?. Pues esa es la pregunta que me hago todos los años hasta que me pongo a prepararlos y, entonces, la respuesta es obvia: la receta parece fácil pero está llena de trucos y artimañas, se tarda un montón de rato, se gasta una cantidad ingente de aceite y duran menos que un caramelo a la puerta de un colegio.
Pues nada, estos son los buñuelos que he hecho esta tarde a petición popular. Espero que estén buenos porque no pienso hacer ni uno sólo más... hasta el año que viene.
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