Estaba viendo fotos del Milford Track, uno de los lugares más lluviosos del mundo, situado al sur de Nueva Zelanda (justo en la otra punta del planeta) y casi me he puesto a rezar para que aquí nos siga castigando la pertinaz sequía al menos una semanita más, que es el tiempo que tardarán en secarse mis macetas. Como ya me he cansado de mirar al cielo a la espera de que caigan las anheladas lluvias de Septiembre mientras mis pobres cactus soportaban estoicamente la deshidratación, me he decidido a regar copiosamente. Ya sé que es muy egoísta por mi parte pero como ahora llueva...
El riego ha coincicido con el repaso pre-otoñal a las plantas. Este verano se ha saldado con 4 bajas. Una Echeveria Perle of Nüremberg (y ya no lo intento más, decididamente esa planta y yo nos llevamos fatal), un par de Stenocactus pequeñitos y un G. anisitsii al que llevo todo el verano dando la oportunidad de salir de su ensimismamiento sin ningún éxito (no me extraña, estaba sin raíces el pobre). He reubicado algunos cactus que tenía por ahí tirados de cualquier manera y he estado limpiando varas florales secas de Haworthias, Echeverias y Astrolobas, así como restos de flores secas de la Delosperma cooperi y algunos de la Oscularia deltoides (todos no porque creo que algunos contienen semillas y tengo la esperanza de que se autosiembren en cuanto empiece a llover). Creo que los últimos coletazos estivales vendrán acompañados de una última floración de alguna Mammillaria despistadilla y de la Euphorbia gorgonis, que está fabricando botoncillos como una loca desatada.
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